martes, 9 de enero de 2007

El día en que fuimos argelinos.


Algo tendrá el agua cuando la bendicen, así que algo tiene que tener el fútbol para que tanta gente (entre la que me incluyo ...ay... nadie es perfecto) seguimos viendo partidos pese a la inmoral conducta general de las figuras y los escándalos que cada vez con más frecuencia salpican lo que en principio era un atractivo entretenimiento.

La cuestión es que en verano de este año se cumplirá el 25 aniversario de uno de los momentos más vergonzosos de la historia de este deporte, el partido-tongo entre Alemania y Austria celebrado en Gijón con ocasión del Campeonato Mundial celebrado en España.

Situaciones surrealistas se sucedieron en cascada, desde los gritos de "tongo, tongo" hasta la imagen de seguidores mostrando billetes a los protagonistas del "espectáculo", haciendo referencia a la compra del partido. La cosa adquirió ribetes esperpénticos con los espectadores españoles gritando "Argelia, Argelia", en homenaje a la selección que sería víctima del robo y con una concentración de seguidores argelinos y afición en general a la puerta del hotel donde se alojaba la selección alemana, con objeto de abuchearles, siendo respondidos por el entonces portero germano, Schumacher, a base de cubos de agua.

Viene todo esto a cuento de que lo que algunos, en nuestra santa inocencia, pensamos que fue un tongo improvisado, un pacto sin palabras, se confirma ahora como un escenario premeditado con alevosía y quien sabe si nocturnidad... si hacemos caso a las declaraciones del defensa alemán Briegel que aparecen reflejadas en este artículo de El País.

Creo que el artículo habla por si mismo, y que no hay más remedio para los que aún disfrutamos del fútbol como una ceremonía teatral que esconder la cabeza y poner bajo sospecha cualquier partido que veamos, ignorando si hay algún interés oculto en la victoria de este o aquel equipo. Los escándalos de las apuestas deportivas que hace bien poco vivieron Alemania e Italia, los amaños de partidos, los oscuros orígenes de las fortunas de los nuevos magnates del balompié... todo ello da muchísimo qué pensar.

Y sin embargo, seguiremos viendo partidos, devorando la prensa deportiva, hablando de tal jugada o tal traspaso... como si todo fuera limpio. Lo dicho, ¿qué narices tiene el fútbol?

No hay comentarios: